El único requisito que pedían era que fuera un voluntariado de larga estancia, y me dije ¿por qué no? Tras un formulario y dos entrevistas mi destino estaba fijado: Tanzania. Iba a ir a un centro de niños con discapacidades: Mama Kevina Hope Centre, en el región del Kilimanjaro, en una localidad llamada Same. No tenía ni idea de lo que me esperaba allí y sólo luchaba con mi mayor miedo: no ser útil o ser capaz de ayudar.
Llegué en septiembre con mucha ilusión pero también con miedo a cuestas… en seguida me integre, obviamente echaba de menos a mi familia y mis amigos, pero me sentía en calma. Pensaba que el panorama que me iba a encontrar iba a ser horrible… es cierto que estos niños de Mama Kevina Hope Centre luchan por romper barreras y tener el mejor futuro. Pero cuando les ves y les miras a los ojos te das cuenta de que son felices, en el centro reciben mucho amor y cariño y para mí eso es fundamental.
Es cierto que tarde en encontrar mi rol pero lo encontré, gracias a mi formación llevo el control de los proyectos que surgen gracias a la gran ayuda de África Directo e intento ayudarles a encontrar ayudas, subvenciones y donaciones. Pero lo que más me gusta es estar con “mis niños”, intentando ayudarles en lo que puedo, jugando con ellos o simplemente estando juntos. Esas sonrisas te dan la vida.
En agosto de 2020 tuve que volver a España pero no tenía muy claro si iba a volver o me iba a quedar, pero lo que sí que tenía claro es que hice una promesa: “esté donde esté, da igual el lugar, siempre os intentaré ayudar.” Y así hice, vendimos “porta-mascarillas”, recaudamos fondos… y un día pensando dije: ¿Por qué no una pequeña muestra de las más de 2.000 fotos que me lleve conmigo?
Siempre desde el respeto y la humildad como os he contando al principio, pero no me canso de recalcarlo, yo no soy fotógrafa y no quería que nadie se sintiera ofendido. Así que hice una selección de las fotos con la ayuda de mi grupo más cercano, escribí un dossier y empezamos a escribir a diferentes municipios. Hasta que un día recibimos un SÍ de la Biblioteca Ricardo León de Galapagar.
Fue muy emocionante y sobre todo ver la implicación de todos los miembros de la Biblioteca, y aquí siempre va mi mención especial para Marina Cuervo que fue ella la que hizo posible que esta “gira” sea una realidad.
Después de Galapagar, vinieron Alpedrete y Pedrezuela. Y en ese intervalo recibimos la llamada de la Comunidad de Madrid para encargarse de la exposición, no podíamos estar más contentos. Y diréis que porque hay veces que hablo en singular y otras en plural… tiene un porqué, desde el principio he recibido el apoyo y la ayuda de mi familia y amigos.
Pero aquí va otra mención especial al otro 50% de #MiradasDeTanzania: mi gran amigo Antonio Laguna. Que hace posible seguir amplificando todas estas historias que están tras estas miradas gracias a ser el principal altavoz. Os recomiendo que vayáis a escucharle, merece mucho la pena.
Así surgió Miradas de Tanzania, es una exposición realizada de todo corazón. ¡Os esperamos! Consulta aquí todas las fechas. Asante sana!